La soledad maradoniana de Messi en su puesta a punto mundialista
El espacio aéreo está cerrado aunque se encuentre a menos de 5 minutos del Aeropuerto Internacional de Ezeiza. No hay imágenes tomadas desde el aire que violen la intimidad. Apenas algún registro del lente forzado de una cámara desde la autopista.
Desde el 29 de noviembre Lionel Messi vive encapsulado, por propia elección, en el bunker del seleccionado argentino para recuperarse de una lesión en tiempos de lesiones reiteradas. Su vida aislada, en la periferia de Buenos Aires, también es oportuna cuando la justicia española entrega detalles de manejos poco claros que otros hicieron con el dinero producido por sus partidos amistosos. De esos que Messi juega cuando no juega al fútbol.
La estadía de Messi en Ezeiza es casi invisible para los medios. Todos saben que está entrenándose ahí, pero las noticias sobre su evolución vienen de la prensa catalana. Messi está en territorio argentino pero en pleno proceso de recuperación para incorporarse al Barcelona ya con el nuevo año. Sepultado por las menudencias del fútbol local, cuando lo descartable pretende ser ofrecido como interesante, la actividad de Messi es ahora mismo, ya, aquello que describiremos como épico si el seleccionado argentino tuviera la fortuna de salir campeón en Brasil 2014.
Messi al sol, con calor sofocante, con medio país a oscuras y sin agua, con una vida cotidiana al límite de los nervios y con el insulto como primera lengua, es esa parte de la película de tinte emotivo que evocaremos si lo maravilloso llegara a suceder. Este presente de trabajo en soledad será el recuerdo sentimental de panelistas y cronistas, de analistas y foristas, si fuera necesario recorrer hacia atrás una historia que solamente se armará con un triunfo en la final del Mundial.
Los amantes de los paralelismos y las secuencias del tiempo pueden ver perfectamente en la soledad de Messi un modo maradoniano de esperar el Mundial. Una especie de Rocky en la era de la UFC. Todo muy al estilo de Messi: nada es pomposo ni exhibicionista. No es necesaria la carrera frenética en la cinta ante las cámaras de TV. Messi es un misterio que se revela en cada capa de silencio y expectativa. Poco trascendió de la ecografía que se hizo día por medio para chequear la evolución de su dolencia. Y casi nada de la confesión hecha a quien pudo verlo dentro del predio: "Lo único que me interesa ahora y en lo único que pienso es en el Mundial...".
En alguno de estos días, Messi, resguardado y cuidado, sin guardias molestas ni invasivas, dejará Ezeiza para irse a Rosario a pasar las fiestas. Pasará a saludar por la cancha de Independiente a Gabriel Milito en su partido despedida. Su recuperación está casi lista. Gerardo Martino espera tenerlo a disposición para el 6 de enero. Un buen regalo de reyes..
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