30/12/13

¿Querías pruebas de la existencia de Jesús?

¿Querías pruebas de la existencia de Jesús?

¿Hay prueba arqueológica de la existencia de Jesús?
"PRUEBA de la existencia de Jesús inscrita en piedra." Así dice el título de portada de la revista Biblical Archaeology Review (noviembre/diciembre de 2002). Dicha portada presenta un osario de piedra caliza que se encontró en Israel. Estas urnas funerarias fueron utilizadas extensamente por los judíos durante el breve período entre el siglo primero antes de la era común y el año 70 de nuestra era. Lo que confirió especial importancia a este osario en particular fue una inscripción aramea grabada en una de sus caras laterales. Según los entendidos, esta decía: "Santiago, hijo de José y hermano de Jesús".




"Ya'akov bar Yosef akhui di Yeshua".
Unas palabras en arameo en el interior de un osario de caliza podrían convertirse en la primera referencia arqueológica sobre la vida de Jesús de Nazaret.

"Jacobo, hijo de José, hermano de Jesús".

Eso dice la inscripción analizada por el filólogo francés André Lemaire, de la Universidad de la Sorbona, en una urna fúnebre que según los expertos data del año 63 después de Cristo.

Lemaire explica en la Revista de Arqueología Bíblica que de los cientos de cajas fúnebres de aquella época que se han encontrado, sólo en dos aparece algún tipo de referencia al hermano del muerto.

Esto indicaría, según el investigador francés, que el Jesús al que se hace referencia en este osario era una persona popular o públicamente conocida, como el Nazareno.

Si se comprueba la teoría del filólogo francés, esta urna sería la primera referencia arqueológica sobre Jesús del primer siglo. Hasta hoy, el objeto más antiguo en el que aparece el nombre del Nazareno es un fragmento del Evangelio según Juan en un papiro que data del 125 después de Cristo, aproximadamente.

¿El hermano?

Según Flavio Josefo, el historiador judío del primer siglo, Jacobo -conocido también como Santiago o Tiago- fue condenado a muerte por lapidación en el año 62 o 63 por predicar la divinidad de Jesús.

"El hermano de Jesús, también llamado Cristo, Jacobo de nombre", escribe Josefo, pero la Iglesia católica nunca ha aceptado que aquel que vio la luz en Belén haya tenido hermanos biológicos.

Aunque en varios pasajes de la Biblia se lee sobre los "hermanos" de Jesús, el catolicismo entiende que esta palabra indica un parentesco, como "primos", pero no un lazo de sangre directo, ya que para el Vaticano, la Virgen María sólo concibió -por la gracia divina- a Cristo.

Muchos ortodoxos ven en Jacobo a un hijo anterior de José, mientras que los protestantes casi en su totalidad se inclinan por la hermandad biológica.

La Biblia dice que Jesús de Nazaret tenía un hermano llamado Santiago, que era conocido como hijo de José, el esposo de María. Cuando Jesucristo enseñó en su ciudad, los oyentes quedaron atónitos y preguntaron: "¿No es este el hijo del carpintero? ¿No se llama su madre María, y los hermanos de él Santiago y José y Simón y Judas? Y sus hermanas, ¿no están todas con nosotros?" (Mateo 13:54-56; Lucas 4:22; Juan 6:42).
En realidad, la inscripción del osario armoniza con los datos que tenemos sobre Jesús el Nazareno. Si el Santiago mencionado en la inscripción fuera el medio hermano de Jesucristo, esta sería "la prueba arqueológica extrabíblica más antigua sobre la figura de Jesús", comentó André Lemaire, especialista en inscripciones antiguas y redactor del artículo ya mencionado de la revista Biblical Archaeology Review. Hershel Shanks, director de la revista, señala que el osario "es algo tangible y visible que se remonta al personaje más importante que haya vivido en la Tierra".
No obstante, los tres nombres legibles en la inscripción del osario eran comunes en el siglo primero, por lo que es posible que existiese otra familia, además de la de Jesucristo, en la que hubiera un Santiago, un José y un Jesús. Lemaire dice: "Durante las dos generaciones previas al año 70 E.C., en Jerusalén hubo [...] probablemente unas veinte personas que podían llamarse 'Santiago/Jacobo, hijo de José y hermano de Jesús'". Con todo, opina que existe un 90% de probabilidades de que el Santiago mencionado en el osario haya sido el medio hermano de Jesucristo.
Hay otro factor que lleva a algunos a creer que el Santiago mencionado en la inscripción era el medio hermano de Jesús. Aunque por lo general se mencionaba al padre del difunto en tales inscripciones, era muy raro que se nombrara a un hermano. Por eso, a algunos eruditos les parece que este Jesús debe haber sido un personaje importante, lo que les hace pensar que se trata de Jesucristo, el fundador del cristianismo.


¿Es auténtico el osario?
¿Qué es un osario? Es una caja, o urna, en la que se colocaban los huesos del difunto después de que el cadáver se hubiera desintegrado en una cueva sepulcral. Muchos osarios fueron robados de las sepulturas de los alrededores de Jerusalén. La urna que hace referencia a Santiago se adquirió en un mercado de antigüedades, no en un yacimiento oficial. Se dice que su dueño la compró por tan solo unos cientos de dólares en la década de 1970. Por lo tanto, su origen está envuelto en un velo de misterio. "Si no es posible determinar dónde se halló un objeto y dónde ha estado por casi dos mil años, no se puede establecer una conexión entre el objeto y las personas que tal vez mencione", comenta el profesor Bruce Chilton, de la Universidad de Bard (Nueva York).
Para compensar la falta de trasfondo arqueológico, André Lemaire envió el osario al Servicio Geológico de Israel, cuyos investigadores confirmaron que la urna estaba hecha con piedra caliza del siglo I o II de nuestra era. Dijeron que "no encontraron ninguna señal de que se hubiera usado algún instrumento moderno". Sin embargo, los biblistas entrevistados por The New York Times afirmaron: "Aunque la prueba circunstancial que la vincula con Jesús tal vez sea sólida, no deja de ser circunstancial".
La revista Time comentó que "hoy día, casi ninguna persona instruida duda de que existiera Jesús". Con todo, muchos piensan que debería haber pruebas extrabíblicas de ello. ¿Tiene que basarse en la arqueología la creencia en Jesucristo? ¿Qué prueba tenemos de la historicidad del "personaje más importante que haya vivido en la Tierra"?

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, osario de Santiago: AFP PHOTO/J.P. Moczulski; arriba, inscripción: AFP PHOTO/HO

Pruebas de que Jesucristo vivió en la Tierra
¿CREE usted que alguna vez existió el hombre llamado Albert Einstein? Quizás responda enseguida que sí, pero ¿por qué lo cree? La mayoría de la gente no lo conoció personalmente. Sin embargo, los datos confiables acerca de sus logros demuestran que sí existió. Su influencia se ve en la aplicación científica de sus descubrimientos. Por ejemplo, muchos se benefician de la electricidad producida por la energía nuclear, la cual se pudo liberar gracias a la aplicación de la famosa ecuación de Einstein: E=mc2 (la energía es igual a la masa por la velocidad de la luz al cuadrado).
El mismo razonamiento es aplicable a Jesucristo, a quien se le conoce como el hombre que mayor impacto ha tenido en la historia. Lo que se escribió de él y la notoria influencia que ejerció demuestran su existencia más allá de toda duda. Por interesante que sea el reciente hallazgo arqueológico con la inscripción respecto a Santiago, mencionado en el artículo anterior, la historicidad de Jesús no depende ni de ese ni de ningún otro objeto. La realidad es que hallamos pruebas de su existencia al examinar lo que los historiadores escribieron acerca de él y sus seguidores.
El testimonio de los historiadores
Por ejemplo, analicemos el testimonio de Flavio Josefo, fariseo e historiador judío del siglo primero, que se refirió a Jesucristo en su obra Antigüedades Judías. Aunque algunos dudan de la autenticidad de la primera referencia, en la que Josefo dice que Jesús es el Mesías, el profesor Louis H. Feldman, de la Universidad Yeshiva, dice que pocos han dudado de la veracidad de la segunda referencia, en la que Josefo afirmó: "[Anán, el sumo sacerdote] reunió el sanedrín. Llamó a juicio al hermano de Jesús que se llamó Cristo; su nombre era Jacobo [o Santiago]" (Antigüedades Judías, libro XX, cap. IX, sec. 1, [200]). Sí, un fariseo, un miembro de esa secta repleta de enemigos declarados de Jesús, reconoció la existencia de Santiago, "hermano de Jesús".
La influencia que ejerció Jesús se reflejó en las actividades de sus seguidores. Cuando el apóstol Pablo fue encarcelado en Roma alrededor del año 59 E.C., los hombres prominentes de los judíos le dijeron: "En lo que toca a esta secta nos es conocido que en todas partes se habla en contra de ella" (Hechos 28:17-22). Llamaron a los discípulos de Jesús "esta secta". Si se hablaba en contra suya en todas partes, es muy probable que los historiadores escribieran acerca de ellos, ¿verdad?
Tácito, nacido hacia el 55 E.C. y considerado uno de los mejores historiadores del mundo, mencionó a los cristianos en su obra Anales. En el relato acerca de la ocasión en que Nerón acusó a los cristianos del gran incendio de Roma del año 64 E.C., escribió: "Nerón presentó como culpables y sometió a los más rebuscados tormentos a los que el vulgo llamaba cristianos, aborrecidos por sus ignomi[ni]as. Aquel de quien tomaban nombre, Cristo, había sido ejecutado en el reinado de Tiberio por el procurador Poncio Pilato". Los detalles de este relato corresponden a la información acerca del Jesús de la Biblia.
Otro escritor que hizo comentarios respecto a los seguidores de Jesús fue Plinio el Joven, el gobernador de Bitinia. Cerca del año 111 E.C., Plinio escribió al emperador Trajano para preguntarle cómo tratar con los cristianos, y le señaló que los acusados falsamente de ser cristianos demostraban que no lo eran al repetir una invocación a los dioses y adorar la estatua de Trajano, "cosas todas que", según indicó Plinio, era "imposible forzar a hacer a los que son de verdad cristianos". Esto da testimonio de que Cristo realmente existió y de que sus seguidores estaban dispuestos a sacrificar su vida por creer en él.
Después de resumir las referencias a Jesucristo y sus discípulos por parte de historiadores de los primeros dos siglos, The Encyclopædia Britannica (edición de 2002) concluye: "Estos relatos independientes demuestran que en la antigüedad ni siquiera los opositores del cristianismo dudaron de la historicidad de Jesús, que comenzó a ponerse en tela de juicio, sin base alguna, a finales del siglo XVIII, a lo largo del XIX y a principios del XX".
El testimonio de los seguidores de Jesús
"El Nuevo Testamento suministra casi toda la prueba necesaria para hacer una reconstrucción histórica de la vida y la muerte de Jesús y para entender la importancia que le atribuían los primeros cristianos", comenta The Encyclopedia Americana. Puede que los escépticos no acepten la Biblia como prueba de la existencia de Jesús; sin embargo, hay dos líneas argumentales basadas en relatos bíblicos que ayudan a establecer el hecho de que Jesús sí vivió en la Tierra.
Como ya se ha explicado, las grandes teorías de Einstein dan prueba de su existencia. De igual manera, las enseñanzas de Jesús prueban que él realmente existió. Tomemos como ejemplo el Sermón del Monte, un famoso discurso que pronunció Jesús (Mateo, capítulos 5 a 7). El apóstol Mateo escribió lo siguiente respecto a su impacto: "Las muchedumbres quedaron atónitas por su modo de enseñar; porque les enseñaba como persona que tiene autoridad" (Mateo 7:28, 29). Tocante al efecto que dicho sermón ha tenido en la gente a lo largo de los siglos, el profesor Hans Dieter Betz observó: "La influencia del Sermón del Monte por lo general trasciende con mucho los límites del judaísmo y del cristianismo, o hasta de la cultura occidental", y añadió que este sermón tiene "un atractivo excepcionalmente universal".
Fijémonos en los siguientes principios concisos, prácticos y llenos de sabiduría que se hallan en el Sermón del Monte: "Al que te dé una bofetada en la mejilla derecha, vuélvele también la otra". "Cuídense mucho para que no practiquen su justicia delante de los hombres." "Nunca se inquieten acerca del día siguiente, porque el día siguiente tendrá sus propias inquietudes." "No [...] tiren sus perlas delante de los cerdos." "Sigan pidiendo, y se les dará." "Todas las cosas que quieren que los hombres les hagan, también ustedes de igual manera tienen que hacérselas a ellos." "Entren por la puerta angosta." "Por sus frutos los reconocerán." "Todo árbol bueno produce fruto excelente." (Mateo 5:39; 6:1, 34; 7:6, 7, 12, 13, 16, 17.)
No cabe duda de que usted ha oído algunas de estas expresiones o, al menos, su esencia. Tal vez hasta se han convertido en proverbios en su idioma. Todas han sido tomadas del Sermón del Monte. La influencia que ejerce este sermón en muchos pueblos y culturas da elocuente testimonio de la existencia del Gran Maestro.
Imaginémonos que alguien hubiera inventado un personaje llamado Jesucristo. Supongamos que fuese lo bastante inteligente como para idear las enseñanzas que la Biblia atribuye a Jesús. ¿No se las ingeniaría para hacer que Jesús y sus enseñanzas resultaran lo más agradables posible a la gente en general? No obstante, el apóstol Pablo dijo: "Tanto los judíos piden señales como los griegos buscan sabiduría; pero nosotros predicamos a Cristo fijado en el madero; para los judíos causa de tropiezo, pero para las naciones necedad" (1 Corintios 1:22, 23). El mensaje acerca de Cristo fijado en el madero no era agradable ni a los judíos ni a las naciones. Sin embargo, ese era el Cristo que predicaban los cristianos del siglo primero. ¿Por qué hacían referencia a Cristo fijado en el madero? La única respuesta satisfactoria es que quienes redactaron las Escrituras Griegas Cristianas narraron la verdad acerca de la vida y la muerte de Jesús.
Otra línea de razonamiento que apoya la historicidad de Jesús se halla en la predicación incansable de sus enseñanzas que efectuaron sus seguidores. Tan solo unos treinta años después de que Jesús empezara su ministerio, Pablo pudo decir que las buenas nuevas "se ha[bían] predicado en toda la creación que está bajo el cielo" (Colosenses 1:23). Así es, las enseñanzas de Jesús se difundieron por todo el mundo antiguo a pesar de la oposición. Pablo, quien fue perseguido por ser cristiano, escribió: "Si Cristo no ha sido levantado, nuestra predicación ciertamente es en vano, y nuestra fe es en vano" (1 Corintios 15:12-17). Si predicar a un Cristo que no hubiera sido resucitado sería en vano, más en vano sería predicar a un Cristo que nunca hubiera existido. Como escribió Plinio el Joven, los cristianos del siglo primero estaban dispuestos a morir por su creencia en Cristo Jesús. Arriesgaron la vida por Cristo porque él era real; había vivido en la Tierra y había realizado lo que relatan los Evangelios.

¿Están justificadas las dudas sobre Jesús?
¿REALMENTE hizo milagros Jesús de Nazaret? ¿Resucitó de entre los muertos, como proclamaron sus discípulos? Lo que es más, ¿existió? En nuestra era moderna, parece que muchas personas no pueden responder con certeza a estas preguntas. ¿Por qué? Porque tienen dudas sobre Jesús, y dudar es estar inseguro entre opciones contradictorias y no saber si una cosa es cierta. Pero ¿hay razón para tal inseguridad con respecto a Jesús? Veamos.
Cómo se sembraron las dudas sobre Jesús
Ciertos teólogos alemanes de finales del siglo XIX y principios del XX presentaron a Jesús como "un personaje ficticio de la Iglesia antigua". Al impugnar su historicidad, se suscitó una controversia entre los eruditos de principios de este siglo, controversia que afectó a mucha gente de aquel tiempo y cuya influencia todavía perdura. Por ejemplo, una encuesta reciente llevada a cabo en Alemania reveló que el 3% de los entrevistados creían que Jesús "jamás existió" y que "es fruto de la invención de los apóstoles". Sí, las dudas acerca de Jesús sembradas a principios de siglo han encontrado terreno fértil incluso en el corazón de la gente de hoy en día.
¿Por qué no es razonable la conclusión de que la figura de Jesús "es fruto de la invención"? 
El escriturario Wolfgang Trilling comenta: "La disputa de si Jesús ha existido, es decir, de si Jesús es una personalidad histórica o sólo un mito, quedó decidida entonces. El problema ha quedado aclarado científicamente: al menos en cuanto los historiadores solventes no lo consideran ya como un problema científico". No obstante, algunas personas siguen dudando de la existencia de Jesús. Por consiguiente, investiguemos cómo podemos establecer la historicidad de Jesús y despejar otras dudas acerca de él.
Testimonios que disipan las dudas
La ignominiosa ejecución de Jesús como un criminal despreciable suministra "el argumento más contundente contra los impugnadores de la historicidad de Jesús", dice Trilling. ¿Por qué? Porque la ejecución "era un obstáculo para la difusión de la nueva fe entre los judíos y paganos, y de hecho la dificultó gravemente". (Compárese con 1 Corintios 1:23.) Si la ejecución de Jesús, el Mesías, suponía un obstáculo para judíos y gentiles, no puede haber sido fruto de la invención de los apóstoles. Además, su muerte ha sido atestiguada como hecho histórico, no solo en los cuatro Evangelios, sino también por el escritor romano Tácito y el Talmud judío.
Hay otros sucesos de la vida de Jesús que también se consideran prueba interna de la credibilidad de los Evangelios y, por tanto, de lo que nos dicen acerca de él. Por ejemplo, ¿habrían inventado sus seguidores que procedía de Nazaret, un lugar que al parecer no gozaba de la estima de la gente? ¿Es probable que se inventaran la traición de Judas, un compañero de confianza? ¿Es realista pensar que habrían inventado el relato en el que sus discípulos lo abandonan cobardemente? No es lógico pensar que los discípulos hubieran elaborado detalles de su vida perjudiciales para ellos y que después los proclamaran por todas partes. Además, el arte de enseñar de Jesús poseía un estilo único. La literatura judía del siglo primero no contiene nada que pueda compararse a sus ilustraciones. ¿Qué persona anónima pudiera haberse "inventado" una obra maestra como el Sermón del Monte? Todos estos argumentos corroboran que los relatos evangélicos de la vida de Jesús son fidedignos.
También hay prueba externa de la historicidad de Jesús. Los cuatro Evangelios lo ubican en un entorno histórico específico y detallado con gran exactitud. No son producto de la imaginación lugares como Belén o Galilea, ni personajes o grupos importantes, como Poncio Pilato y los fariseos, ni las costumbres judías u otras peculiaridades. Todo ello formó parte de la vida del siglo primero y ha quedado confirmado por fuentes extrabíblicas y hallazgos arqueológicos.
De modo que hay prueba contundente, tanto interna como externa, de que Jesús es un personaje histórico.

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