Una británica tiene una gran obsesión por la leche. Tan es así, que se desespera si no la tiene, y de ser necesario, se levanta por la madrugada a comprar más. El colmo es que su marido le tiene fobia.
La británica Sandra Montón, de 46 años, padece de una incontrolable adicción por la leche que la lleva a beber 10 litros por día. Si bien la leche es considerada como un alimento saludable, a su vez puede ser riesgosa si es que no se tiene una alimentación equilibrada.
La mujer se despierta en medio de la noche y va a un negocio para comprar leche y tomar en ese momento cuatro litros. "Por momentos me desespero cuando no dispongo de la cantidad necesaria. A veces debo recorrer varios locales para conseguirla", expresa Sandra.
Pero lo más llamativo de todo es que su esposo, Graham, tiene una marcada fobia a la leche, no puede soportar ni siquiera el olor. "Si quiero un beso tengo que limpiarme la boca de leche y si no lo hago, él no me besa. Pero creo que no es nada malo, no estoy tomando drogas o alcohol", asegura Sandra.
"El problema es que subo mucho de peso, en lo que respecta a mi salud, debo tener mis huesos fuertes", confiesa. La familia de Sandra espera encontrar una solución para controlar esa "gran obsesión" por la leche.
Datos de la facultad de Medicina de Harvard, indican que hasta el 70 por ciento de la población mundial es intolerante a la lactosa. La caseína, una proteína contenida en la leche, es una sustancia muy espesa que el organismo no puede eliminar. En algunas personas se adhiere a los vasos linfáticos.
La británica Sandra Montón, de 46 años, padece de una incontrolable adicción por la leche que la lleva a beber 10 litros por día. Si bien la leche es considerada como un alimento saludable, a su vez puede ser riesgosa si es que no se tiene una alimentación equilibrada.
La mujer se despierta en medio de la noche y va a un negocio para comprar leche y tomar en ese momento cuatro litros. "Por momentos me desespero cuando no dispongo de la cantidad necesaria. A veces debo recorrer varios locales para conseguirla", expresa Sandra.
Pero lo más llamativo de todo es que su esposo, Graham, tiene una marcada fobia a la leche, no puede soportar ni siquiera el olor. "Si quiero un beso tengo que limpiarme la boca de leche y si no lo hago, él no me besa. Pero creo que no es nada malo, no estoy tomando drogas o alcohol", asegura Sandra.
"El problema es que subo mucho de peso, en lo que respecta a mi salud, debo tener mis huesos fuertes", confiesa. La familia de Sandra espera encontrar una solución para controlar esa "gran obsesión" por la leche.
Datos de la facultad de Medicina de Harvard, indican que hasta el 70 por ciento de la población mundial es intolerante a la lactosa. La caseína, una proteína contenida en la leche, es una sustancia muy espesa que el organismo no puede eliminar. En algunas personas se adhiere a los vasos linfáticos.
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