En recientes declaraciones, el diputado provincial Sergio Schmunck, ex intendente de Viale, admitió algo que luego sostuvieron los intelectuales de "Carta Abierta": que el gobierno cedió ante el poder financiero y debió devaluar el dólar.
Schmunck coincidió con Ricardo Forster, Jozami, Horacio González o Nicolás Casullo, coincidió incluso antes de publicarse la carta abierta 15, donde se huele desorientación mientras se acerca el fin de un ciclo, por lo menos de no saber adónde los lleva la correntada, sin perder por eso la apostura del que va conduciendo el río.
"Para mí, este manejo que ha tenido el ministerio de Economía (Alex Kiciloff) llevando el dólar a ocho pesos, fue para dar una respuesta o una señal a los sectores de mayor poder económico. Si no hubieran dado esta respuesta, entiendo que el dólar negro estaría en 14 pesos" dijo el veterano legislador peronista vialense en declaraciones a "El Observador" de Crespo.
Para Carta Abierta, según la última encíclica dictada desde la sala Jorge Luis Borges de la Biblioteca Nacional, la patria está en peligro. Para ellos, extrañamente en intelectuales, "patria" tiene el aspecto del turno político vigente, justo en el momento en que da muestras de debilidad y cuando el "relato" se disipa como niebla al sol.
El antiguo poema de Francois Villon dice: "Tornad francos a Francia, dulce patria". Patria para el autor de la "Balada de los ahorcados" era Francia en la Edad Media, una monarquía antes de la Revolución, y sigue siendo la patria de los franceses actuales. Aquella "patria" sufrió enormes cambios de todo tipo, pero algo se mantuvo. Para Carta Abierta, en cambio, la patria parece una entidad fácilmente mudable, identificada con un sistema político, incluso con un partido y hasta con una facción interna de un partido.
Se ha dicho que el lenguaje de la Carta Abierta 15 es teológico y recuerda al "Eje del Mal" de Bush, con el kirchnerismo en el lugar del Eje del Bien, y también -desde el punto de vista de la contabilidad electoral- que es más arduo desafiar con el 25 por ciento de los votos que con el 54 por ciento.
Como sea, la misión de los intelectuales es esclarecerse para esclarecer, revelar las grandes líneas de la realidad que permanecen difusas para los que no pueden o no saben reflexionar sobre ellas. No deben confundir con la confusión propia ni atar el destino de la patria al de los propios intelectuales, que por lo general suscitan poca adhesión y ningún entusiasmo. El uso de las grandes palabras es para los grandes que saben usarlas.
Tanto Carta Abierta como Schmunck coinciden en afirmar que el poder financiero le dobló el brazo al gobierno y le impuso una devaluación, dando por sentado algo que deberían probar: que el gobierno enfrenta al poder financiero. El próximo capítulo, aunque no lo dicen, es que los asalariados se hagan cargo de limpiar el salón una vez que se acabó la fiesta.
La década ganada termina con declaraciones que advierten sobre la reiteración de conflictos de que los argentinos han participado en el pasado, que tienen ahora el nombre de "peligros". Acontecieron siempre por obra de gobiernos que tiraron manteca al techo y luego salieron a advertir que se acabó lo que se daba, culparon al que estuviera más a mano y le pasaron la factura a los pobres.
Así fue con el final de la prosperidad peronista desde comienzos de la década del 50, así con Alfonsín, que quería durar 100 años y se desmoronó seis meses antes del plazo constitucional, así con Menem que dejó las cuentas sin pagar pero la trampa armada, así con De La Rúa, que se perdió en los pasillos y huyó por los techos, así parece ser con el prometido milenio kirchnerista que se le antojaba sin fin a las ranas que lo miraban desde el charco acostumbrado.
Las grandes empresas que menciona la Carta Abierta 15 (Cargill, Bunge, Dreyfus, Molinos) nunca fueron adversarios del kirchnerismo; al contrario, su consejo fue siempre valorado, hubo acuerdo fácil con ellos y negocios comunes fructíferos. Que se perjudicaron los pequeños agricultores, que los entrerrianos debieron emigrar como desde hace décadas, que los pooles de siembra dominan sin adversarios, es uno de los resultados del acuerdo fundamental del poder político "K" con el poder económico concentrado al que enfrentaron solamente en el relato. Tan pronto la realidad se disocia del relato, al que nunca estuvo unida en esencia, las verdades relatadas aparecen como mentiras acabadas.
Los que han perdido son, por ejemplo, los jubilados, que recibieron por cadena nacional un anuncio de aumento salarial del 11 por ciento hasta setiembre, es decir, unos 300 pesos mensuales que ya están comidos y digeridos por la inflación, negada por el relato.
Con la plata de la Anses, fueron antes 600 millones de dólares para la General Motors y ahora 300 pesos para los jubilados. No es la proporción "nacional y popular", es la proporción "K".
La General Motors puede entender que esté ante una década ganada, Cargill también, viendo en qué ha venido a parar el campo entrerriano, un enorme monocultivo de soja transgénica regado con "Round up" y con campesinos corridos por la miseria o las enfermedades que deben sufrir en silencio.
No hay década ganada para los jubilados ni para los docentes, ni para los trabajadores del Estado ni para los que quieren saber qué pueden hacer con los 20.000 pesos que les pagaron como indemnización por despido.
Carta Abierta insiste en que la situación es "grave" (al punto de poner en peligro a la patria de acuerdo con la idea sesgada que se hacen de ella), el que el gobierno haya debido producir una devaluación "no deseada", impuesta por los grupos económicos.
La confesión es clara: al cabo de 10 años que se dicen ganados, al cabo de haber conseguido "espaldas" para aguantar cualquier maniobra financiera, resulta que el gobierno debe tomar medidas que comprometen el futuro del país y hacen peligrar la patria.
Pero según el "relato" no hay culpa alguna en el gobierno, ni en esto ni en nada: la política consiste en ubicar a un culpable y largarle los perros.
Después de 10 años, cuando al fin de acabó la plata y no hay ya nada para repartir como aconteció tantas veces en la Argentina, cuando falta que nos recomienden ajustarnos el cinturón y nos inviten a pasar el invierno, constatamos que gobiernan en realidad los mismos grupos de siempre, con esta diferencia, según Carta Abierta: ahora son menos, más concentrados, con mejores dientes para comer más y mejor: lo que ganamos fue fortalecer el presunto enemigo.
Lo que Carta Abierta considera una "privatización facciosa de la renta agraria", uno de los verdaderos logros de la década, que vino a reemplazar a la vieja oligarquía, desplazada por el gran capital internacional, es un resultado querido, buscado, por el gobierno kirchnerista.
Así se dio con la soja, que es ahora la principal y casi la única fuente de recursos del fisco, así se dio con la Barrick, con Chevron, con el fracking que los entrerrianos supieron abortar, por ahora.
Las grandes fábricas de semillas trangénicas, como la que Monsanto quiere abrir en Córdoba, fueron recomendadas y fogoneadas por el gobierno y sus intelectuales, no le fueron impuestas por nadie, al contrario, fue el gobierno el que las quiso imponer y elogió en cadena la inventiva científica y tecnológica. Lo único popular que hay en Monsanto no es el gobierno sino la gente que hace guardia en la fábrica cordobesa a pesar de la policía para que no abra y que viene ganando instancias judiciales contra ella.
De la Redacción de AIM
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