La Alianza intensificará su colaboración con Ucrania con diferentes programas
El Parlamento de Ucrania ha aprobado una ley que autoriza maniobras con la UE
Los puentes con los que la OTAN y Rusia habían jugado a restañar las heridas de la Guerra Fría han acabado por caerse por culpa del movimiento de fronteras que provó la invasión de Crimea. La OTAN ha anunciado que suspenderá "toda cooperación civil o militar con Rusia" como respuesta a la anexión de Crimea el mes pasado. Mientras, Ucrania aprobó maniobras conjuntas con la OTAN mientras intenta a su vez desarmar a las milicias que siguen activas tras la caída del anterior presidente.
Los ministros de Exteriores de la OTAN urgieron a Rusia a "dar pasos para volver a cumplir el derecho internacional". Pero Moscú parece más preocupada por las alianzas que se fraguan en su patio delantero. La OTAN y Ucrania intensificarán la cooperación con medias como programas de formación para los soldados. Los titulares de Exteriores acordaron desarrollar "con urgencia" reforzar la defensa colectiva, lo que podría incluir despliegues de tropas o el refuerzo de efectivos militares en el Este de Europa. Desde Moscú la respuesta volvió a sonar con timbre agudo de advertencia al país vecino.
Decisiones similares provocaron en el pasado una "congelación de los contactos políticos ruso-ucranianos" y generaron "un dolor de cabeza entre la OTAN y Rusia", recordó el Ministerio de Exteriores ruso en un comunicado, en el que también se avisaba del riesgo de volver a políticas que "dividieron al pueblo ucraniano". La diplomacia rusa vuelve así a hacer asomar por debajo de la puerta la pata de un enfrentamiento civil en el cual Moscú maneja algunos resortes.
La debilidad del Gobierno de Kiev, que suma hipotecas políticas con los nacionalistas y económicas con Rusia y Occidente al mismo tiempo, hace que el fantasma de un nuevo derrumbe del poder no haya desaparecido. El primer ministro ucraniano, Arseni Yatseniuk, sabe que seguramente sin la lucha callejera de los radicales seguiría todavía manifestándose contra el presidente Victor Yanukovich en la Maidán de Kiev. Pero el nuevo escenario le obliga a poner freno a los violentos, que no se resignan a perder protagonismo tras la caída del 'régimen' anterior sino que campan a sus anchas. Por eso el Parlamento ha aprobado una ley que establece el inmediato desarme de las agrupaciones paramilitares debido al "recrudecimiento de la delincuencia" en el país.
Maniobras conjuntas con la UE
A Yatseniuk, al que los descontentos ya pitaban en las manifestaciones cuando todavía no había alcanzado el gobierno, no le queda más remedio que dar un puñetazo en la mesa tras los repetidos enfrentamientos armados. Esta semana tres personas resultaron heridas en un tiroteo protagonizado por un miembro del Pravy Sektor en pleno centro de Kiev. Según el ministro del Interior, Arsen Avakov, dos de los heridos son miembros de Autodefensa del Maidán, un grupo que rivaliza con Pravy Sektor desde que los encapuchados tomaron las calles. Aunque ya no hay un presidente 'prorruso' contra el que luchar, Kiev sigue siendo escenario de choques más propios de una película del oeste que de una capital europea. Tras el tiroteo de la noche del lunes, esa madrugada fue cercado por la policía el hotel Dnipro, donde se habían refugiado miembros de Pravy Sektor. Según medios locales, los agentes pidieron a los militantes que depusieran las armas con la promesa de no asaltar el edificio.
La Rada Suprema (Parlamento) de Ucrania ha aprobado también una ley que autoriza maniobras conjuntas con tropas de países de la Unión Europea y de la OTAN en su territorio. Los ejercicios se desarrollarán entre mayo y noviembre de este año en distintas regiones del país. Con Ucrania recibiendo dinero del FMI y la península de Crimea en manos rusas, era cuestión de tiempo que la alianza de Kiev con la OTAN se pusiese negro sobre banco. Eso no tenía por qué implicar una ruptura de la Alianza Atlántica con Rusia. Pero la bifurcación de caminos dibujada en la reunión de Bruselas no es una sorpresa para Moscú después de todo lo acontecido en las últimas semanas. Ya el mes pasado la OTAN anunció que iba a revisar toda la cooperación con Rusia a raíz de la crisis con Ucrania. Los aliados empezaron por suspender los preparativos para la que iba a ser la primera operación conjunta con Rusia: la escolta del barco estadounidense Cape Ray, encargado de neutralizar armas químicas de Siria. La OTAN, no obstante, quiere continuar el diálogo político con Moscú, según apuntaron los ministros reunidos en Bruselas. Y en esta línea de canales abiertos, el ministro de Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier, abogó por nuevos contactos entre Ucrania y Bruselas.
Una baza a favor de la distensión era la retirada de anunciada por Rusia de parte de sus tropas en la frontera con Ucrania. Pero el secretario general de la OTAN, Anders Fogh Rasmussen, ha dicho que la Alianza no tenía constancia de que Rusia esté retirando tropas de su frontera con Ucrania. Donde está claro que Moscú no afloja la presión es en el ámbito energético. El monopolio gasístico ruso Gazprom ha aumentado el precio del gas que exporta a Ucrania y cancelará la rebaja concedida en diciembre a las anteriores autoridades ucranianas, lo que constituye una subida de alrededor del 40%.
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