A 30 años de la crisis limítrofe con Argentina:
La guerra no contada desde la primera línea de fuego
Por primera vez, cuatro comandantes (hoy generales en retiro) que estuvieron en las zonas de operaciones y a cargo de la planificación militar relatan cómo Chile habría enfrentado simultáneamente a Argentina, a Perú e incluso a Bolivia.
Diciembre, 1978. La guerra es inminente. Argentina fija la invasión a las 22 horas del día 22, y la preocupación militar en Chile es que se le sumen Perú y Bolivia. Hasta entonces, la planificación del Ejército concentra su mayor poder en el teatro de operaciones norte; y por lo tanto, allá están el grueso de las tropas y el mejor armamento. Hasta mayo del 77, el análisis parecía correcto, porque las relaciones con Argentina se consideraban espléndidas. Pero entonces, sorpresivamente, el frente oriental fue amenazado. Nunca se creyó que Argentina desconocería el laudo arbitral entregado al honor de las naciones.
En esta dramática circunstancia, el mando decide mantener las fuerzas desplegadas en el norte. Considera que si logra neutralizar a Perú -y Bolivia-, se apaciguaría el problema oriental. También se concentra en potenciar el sur y la zona austral. En diciembre, 110 mil chilenos se distribuyen en ambos extremos.
Esta movilización es estrictamente secreta, a diferencia de la argentina, que hace llamados a sus reservas a través de los medios. Y si en el centro y el sur del país la gran mayoría de la población ignora la inminencia del desastre, en el norte se realizan públicos despliegues de fuerza para desalentar a los eventuales invasores. Incluso, se envía un batallón en esa dirección..., que termina en Punta Arenas. Calladamente, la carretera austral se llena de militares chilenos, pero el punto más débil es el centro del país, a la altura de Osorno. Ese diciembre la orden general es defenderse y no ceder territorio. Chile espera impaciente.
Todas las noches, el comandante Raúl del Canto hace arrastrar por una locomotora dos vagones cargados con 20 toneladas de TNT hasta el interior del túnel del Cristo Redentor, los que vuelve a sacar al alba. Con un puñado de hombres escogidos, cuenta con apenas cinco minutos para huir en jeep antes de que el cerro se venga abajo con los invasores adentro. Dos nidos de armas pesadas y sus sirvientes que enfrentan la boca chilena del túnel pueden ir al sacrificio, ya que no tendrían tiempo para replegarse.
En el mineral El Teniente, en tanto, el entonces general en retiro Raúl Contreras Fischer recibe la orden de reclutar voluntarios. Cinco mil mineros se ofrecen de inmediato. Selecciona a 600 (un batallón), porque pueden movilizarse al frente en sus propios vehículos.
En Punta Arenas se encuentra Carlos Amin Merino, entonces subteniente de Ejército, hoy empresario. Describe:
"Posición de combate bajo tierra a 500 metros de la línea fronteriza; pasaba un tanque por arriba nuestro y no nos descubrían; trabajamos de noche y con la tierra se hacen cerritos para simular campos minados. Cien metros más adelante, más de mil hombres de todas las profesiones y edades -con diferentes tipos de dificultades y dramas personales, pero dispuestos a dar la vida por la patria-. Nos motivamos mutuamente. Adelante sólo están los carabineros de frontera, trabajo lleno de nobleza y de gran valentía; son los primeros que darían la lucha; son cinco hombres en el paso de Monte Aymond".
El chileno iba a demostrar que no había perdido la pasión bélica que exhibió en la Guerra del Pacífico.
Brigadier general (r) Jaime Núñez Cabrera:
"Todo fue secreto para evitar escalar el conflicto"
En 1978, con el grado de teniente coronel, fue jefe de Planificación de la Dirección de Operaciones del Estado Mayor del Ejército, en Santiago. Bajo la jefatura del general Washington Carrasco, participó directamente de la movilización secreta de unidades.
"Argentina desplazó todas sus fuerzas militares fundamentalmente al sur", recuerda Núñez (70), quien hoy preside al cuerpo de generales en retiro del Ejército. "Nuestra orden fue mantener la integridad territorial cualquiera fuera la duración del conflicto. Y para eso se efectuó un amplio despliegue de tropas y armamento que nuestra población no conoció. Todo fue secreto para evitar un escalamiento y que Chile fuera presentado como el agresor. Era Argentina la que quería solucionar el problema por la vía no diplomática".
Revela que "la movilización secreta se desarrolló sobre todo en el sur, con tropas y oficiales que dejaron sus cursos de instrucción y asumieron sus puestos. Pero no se tocó gente del norte".
No sólo la movilización secreta se realizó para completar las unidades con militares. "En todos los frentes hubo gran desplazamiento de civiles y teníamos unidades armadas con fusiles y escopetas, y movilizadas con motos y hasta caballos. El espíritu de reacción fue extraordinario. En Copiapó, las unidades estaban desplegadas en la frontera desde octubre. Cuando las visité creí levantarles la moral cuando les dije que íbamos a relevar a uno de los batallones en primera línea. Pero el comentario generalizado fue ¡cómo los iba a sacar ahora que venía la pelea!".
Núñez elogia el papel de la prensa. "En plena crisis, se les dijo a los periodistas que no se les negaría información, pero que serían responsables de lo que se produciría si desparramaban lo que hacíamos. Y reaccionaron en forma tremendamente responsable".
Afirma que "nuestro armamento era bueno, aunque era mejor en el norte y en el sur que en el centro del país. "Pero como nos faltaban tanques para el norte, mandamos a buscar al Medio Oriente cuatro tanques T-54 y T-55. La idea era preparar con ellos a sus eventuales tripulaciones para que, cuando atacaran los peruanos, dañar los tanques lo menos posible y así poder aprovecharlos". Sostiene Núñez:
"Las FF.AA. enfrentamos la crisis vecinal con una capacidad muy limitada, porque sucesivos gobiernos anteriores no proporcionaron lo que correspondía para darle seguridad al país. Se evitó la guerra porque el Presidente Pinochet guió el país con seguridad y prudencia y enfrentó el desafío con firmeza y templanza. Los chilenos tienen con el general Pinochet y el Papa Juan Pablo II una enorme deuda de gratitud".
-General (r) Óscar Vargas Guzmán:
"El exceso de motivación podía hacer que alguien disparara"
Era comandante del regimiento más austral del mundo, el Caupolicán de infantería (Porvenir). En septiembre la unidad fue reforzada con los regimientos Maipo de Valparaíso y Chacabuco y Silva Renard de Concepción, más la Escuela de Suboficiales de Carabineros. Así, con el grado de teniente coronel mandó a los dos mil 500 militares que operaron en la Isla Grande de Tierra del Fuego (de 27 mil en la zona) y dependía directamente del Comando Conjunto Austral.
"Lo cierto es que Chile estuvo en una actitud defensiva general, salvo en la Isla Grande de Tierra del Fuego. Mi brigada debía pasar a la ofensiva una vez producido el conflicto. La orden era tomar Río Grande, que después habría servido como terreno de compensación. Si la guerra hubiese sido un objetivo limitado, es decir no en todos los frentes, esta área hubiese sido el objetivo principal", dice Vargas (69), quien después fue director de la Escuela Militar, de TVN y secretario general de Gobierno.
Señala que la defensa fue distinta a la del resto del territorio chileno donde la estrategia era terrestre. "Por su condición geográfica estaba bajo el contexto de la defensa marítima, porque en la medida de que la escuadra nacional tuviese el control de las comunicaciones se podría subsistir, pero que si llegaba a perder la batalla naval, iba a ser difícil mantener su abastecimiento".
Sostiene que "era tal la motivación de la gente que llegó de la zona central que ordené que las primeras tropas no tuviesen munición: el exceso de motivación podría hacer que alguien disparara y fuéramos nosotros quienes iniciáramos el conflicto".
Indica Vargas que "tuve que tomar esta precaución porque los argentinos estaban a 100 metros; los veíamos y escuchábamos sus voces de mando. Desde septiembre (y estuvimos así hasta la primera quincena de enero), el clima que allí se vivía era de mucha tensión porque inclusive si ellos echaban a andar los motores nos poníamos de inmediato en las posiciones defensivas. Cavamos trincheras en el terreno plano, y cada día se iban agrandando los túneles; se formaron verdaderas galerías de unos dos a tres metros de profundidad, a lo largo de casi todo el límite de la isla con Argentina".
Hacia noviembre autorizó a las 80 familias de militares que allí vivían que abandonaran la zona, pero ninguna quiso hacerlo.
Ese diciembre hubo dos momentos en que, según las instrucciones que recibía, el ataque argentino era inminente. A mediados de mes y el 22. "Esto nos permitió medir si quienes recién hacían el servicio militar tenían la condición sicológica para enfrentar bien ese conflicto. Supe que la motivación era muy grande".
-General de división (r) Luis Prüssing Schwartz:
"Ellos perdieron una carta con objetivos militares"
General entonces, Prüssing era comandante en jefe de la IV División, con jurisdicción en la IX y X Región y, paralelamente, intendente con sede en Puerto Montt. Tenía a su cargo seis unidades del teatro de Operaciones Sur.
"En octubre estaban programadas maniobras militares dentro del período de instrucción..., lo que alcanzó a durar solamente dos días. Es que llegó la orden de suspender las maniobras porque la situación general se había agravado. Desde el 3 de octubre las tropas estaban en sus posiciones; cada soldado en sus hoyos y las armas listas. Y así permanencieron hasta la mitad de enero, según la planificación enviada desde la Dirección de Operaciones".
Al general Prüssing (81, actualmente) le tocaba defender la zona fronteriza correspondiente a esas dos regiones. No era considerado teatro principal de la guerra, pero luego se descubrió que sus tropas eran muy inferiores a las que movería Argentina, que buscaría cortar por ahí a Chile por la mitad.
"La masa del Ejército estaba en el norte y en la parte austral", explica, "donde se suponía que estaban los mayores peligros. Pero recibimos información fidedigna que el Ejército argentino había trasladado gran parte de sus tropas del norte hacia el sur, y, en una semana concentró cerca de 10 mil hombres en Bariloche. Allí tenía gran capacidad de alojamiento y muy buenos medios de transporte".
Señala Prüssing que el lugar más peligroso era el paso de Puyehue (hoy Cardenal Samoré). "La planificación trasandina consideraba tener su centro de gravedad en Punta Arenas..., y Lonquimay. En un plazo de cinco días querían apoderarse de Osorno y cortar nuestro territorio. Para el efecto preparé los pocos medios que tenía".
El general (r) revela un hecho curioso:
"El 22 de diciembre, el día en que Argentina tenía prevista su invasión, un oficial de nuestro Ejército y otro de Carabineros se encontraron a boca de jarro en la línea limítrofe con unos 20 oficiales argentinos que revisaban cartas topográficas. Atinaron a saludarlos, desarmados. Y cuando los otros los vieron, se fueron como niños sorprendidos en una maldad. Pero a uno de ellos se le cayó una carta topográfica ¡con objetivos militares que comprendían todo el territorio chileno! El objetivo en mi zona era la ciudad de Osorno, pero también estaba registrado en ese documento el día D y el día D más uno. Llamé al director de Inteligencia a Santiago. Dos horas después, llegó la orden del Estado Mayor de la Defensa Nacional con alerta roja para todo el territorio nacional. Como muchas unidades transmitieron esto a las tropas, creo que los argentinos se enteraron de que habían perdido la sorpresa".
-General (r) Juan Guillermo Toro Dávila:
"Perú se estaba preparando para actuar"
Durante el conflicto era general, comandante en jefe de la Sexta División del Ejército e intendente de la I Región, Tarapacá.
"Mi preocupación principal era Perú, porque Bolivia no actuaría sin él. Por eso, a pesar de que el problema más inmediato estaba en el sur, el norte mantuvo su capacidad operativa de siempre, e incluso se reforzó. Yo tenía alrededor de 15 mil hombres. Todas las evidencias demostraban que Perú se estaba preparando para actuar ofensivamente. Hacia fines de noviembre captamos satelitalmente una serie de movimientos. Movieron tropas hacia la Línea de la Concordia y de 150 a 200 tanques salieron de Arequipa hacia Tacna".
Toro Dávila (80) dice que Chile comprobó que "personeros peruanos de gobierno y de sus FF.AA. querían la guerra con Chile en caso de que Argentina nos atacara. Pero sería sin un pacto entre ellos, porque en la Guerra del Pacífico comenzaron juntos, y Argentina se quedó fuera. Lo tenían muy preparado".
Quien posteriormente fue jefe de la Región Militar Austral, intendente de Magallanes y embajador en Uruguay explica qué hizo ante este cuadro. "Nos establecimos en Arica. Hicimos un sistema de posiciones para los soldados bajo tierra que llamamos 'pulpo'. Era una base central de cemento armado donde guardábamos munición, armas, alimentos, y con brazos hacia delante que terminaban en trincheras desde donde se dispararía. Esto, para dispersar la tropa, porque íbamos a recibir una acción aérea muy fuerte, y después cuando avanzaran los tanques, emergeríamos por esos brazos con elementos antiblindajes bastante buenos".
Dice Toro Dávila que Chile tenía allí solamente unos 50 tanques, "pero estábamos muy bien en la defensa contra ellos (bazucas, artillería); incluso sembramos campos minados en parte de la frontera con Bolivia. Estoy tranquilo. Creo que nos habría ido bien en el norte, a pesar de que gran parte de la Marina y la FACh estaban lógicamente en Magallanes".
Revela que también en el norte los civiles querían participar, y que llegó a contar con una treintena de "hombres pájaro", entrenados en parapente, vestidos de negro, que iban a penetrar de noche las líneas enemigas para sabotearlas.
"Nuestra división estuvo durante noviembre y diciembre movilizada en el terreno".
Destructor Clase Almirante, 1978
Submarino Simpson en la Antártida, 1979
Destructores chilenos en los canales australes, 1978
Escuadra chilena rumbo al sur, 1978
Mapa de planes de ataque y defensa argentinos, 1978
Conscriptos chilenos recibiendo munición para fusil Mauser, 1978
Oficial de la Infantería de Marina de Chile haciendo inspección, 1978
Maniobra de M-41 Walker Bulldog y M-113 en Magallanes, 1978
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