22/3/14

La Década Arrodillada termina a los pisotones

La Década Arrodillada termina a los pisotones



La Década Arrodillada termina a los pisotones Alvaro José Aurane

El 8 de octubre pasado, José Alperovich pidió a los tucumanos que votaran a los candidatos a diputados del Frente para la Victoria: ellos apoyarían al gobierno de Cristina Fernández y seguiría llegando ayuda nacional: "hoy necesitamos completar lo que está faltando a Tucumán". Menos de seis meses después, el proyecto nacional y popular para el cual el gobernador pidió sufragios amaga con asestar un golpe mortal a la industria azucarera tucumana. Eso se llama hacer las cosas mal.

tucuman



El impacto

La iniciativa que amenaza con fundir un motor del Producto Bruto Geográfico provincial surgió del kirchnerismo. Desde una banca del Frente para la Victoria se formalizó la propuesta legislativa para que el impuesto a las bebidas sin alcohol que usan azúcar se eleve del 8% al 28%; y para que, a la vez, se rebaje del 4% al 2,8% el régimen para las bebidas analcohólicas que usen derivado de uva o de manzana. El daño potencial para la industria azucarera, según la advertencia del Centro Azucarero Argentino ingresada por nota a la Cámara de Diputados, sería de 140.000 toneladas. A lo que se sumaría un efecto negativo para las colocaciones de azúcar de otras 50.000 toneladas. Todo ello para solucionar los problemas de colocación de mosto de uva mendocina por la coincidente cifra de 200.000 toneladas anuales.


La claridad

El gobernador de Mendoza, Francisco Pérez, no anda pregonando que su provincia es "la mimada" de la Nación. El 13 del mismo octubre en que Alperovich pedía votos para el kirchnerismo benefactor, el compañero "Paco" adelantaba (según el diario Los Andes de esa fecha) que "además de ingresar un proyecto a la Legislatura para dar salida a los excedentes vitivinícolas (un fondo anticíclico mixto, con participación estatal y privada), Mendoza daría pelea en el Congreso por una Ley de Impuestos Internos a las bebidas analcohólicas". Todo fríamente calculado. La arremetida cuyana se daba después de las PASO de agosto: el alperovichismo era el más votado, pero ya olía el empate en bancas, con sabor a derrota, en la elección general. Por eso, aquel 8 de octubre, Alperovich se desesperaba: "La gente muchas veces no conoce para qué sirve ganar una elección o tener la mayor cantidad de diputados". Se ve que él la tenía clarísima...


La oportunidad

Es que la embestida cuyana para destronar el azúcar y entronizar el mosto no es nueva. La propuesta merodeaba el Congreso desde hace al menos dos años. Pero antes, cuando el alperovichismo tenía buena estrella en la constelación kirchnerista, no pasaba de ser sólo una idea. Encontró cabida, por pura casualidad, justo después de que el kirchnerismo despeñara de las alturas de la presidencia provisional del Senado a la esposa de Alperovich.


El relato

El proyecto de Ley Anti-azúcar no es una cruzada en soledad de las provincias viñateras. El diálogo de Alfredo Dato con Roberto Feletti, presidente de la comisión de Hacienda de la Cámara Baja, resulta revelador. Cuando el ex presidente de la Corte tucumana le expuso los perjuicios que traería la sanción de la norma, Feletti no le contestó que se quedara tranquilo. Ni le garantizó que la propuesta no prosperaría. Le respondió que no harían nada sin antes consultar con el bloque del Frente para la Victoria y con los industriales. Dato le contestó que no entendía qué podían hablar con los industriales: la iniciativa plantea quitarles un mercado asegurado para el azúcar. Y le anticipó que la charla con la bancada era inútil: reventar la producción azucarera no es susceptible de mandatos parlamentarios ni de ideologías. A la salida del encuentro, Dato se cruzó con un operador oficialista, que le pidió que los tucumanos bajaran la crispación: se están tragando un lobby de la Coca Cola, le dijo. El tucumano le contestó algo difícil de publicar. Pero más allá del disparate (la paranoia kirchnerista es patológica, pero goza de inventiva inagotable), quedó la amarga sensación de que ya hay relato para sostener la embestida cuyana.


El guiño

La angustia alperovichista por el aval "K" a la propuesta del Mosto para Todos y Todas se completa con una informal respuesta que hizo llegar el autor del proyecto. La iniciativa con la que sueñan Mendoza y San Juan, y se desvelan Tucumán y Jujuy, es de un diputado de Formosa. Y aunque sea presidente de la comisión de Agricultura, ¿qué hace Luis Basterra promoviendo semejante iniciativa, referida a actividades tan ajenas a su provincia? La respuesta extraoficial es para el infarto: el parlamentario (cercano al gobernador ultrakirchnerista Gildo Insfrán) mandó a decir que tuvo un guiño de la Presidenta.


La curita

En la Casa de Gobierno no dan ninguna respuesta a estos elementos, pero dicen que las relaciones con el kirchnerismo están bien. Detallan que el ministro de Trabajo, Carlos Tomada, acaba de otorgarles $ 150 millones para asistir a los trabajadores del citrus que se verán afectados por la mala campaña. Y precisan que el ministro de Infraestructura, Julio De Vido, los felicitó por haber ejecutado ya $ 340 de los $ 460 millones del plan Más Cerca: hasta tal punto que dispuso reponer a Tucumán otros $ 340 millones, a fin de que ese programa de obras públicas de baja infraestructura y alto electoralismo no se paralice. Pero si se hace realidad la Ley del Mosto Bueno - Azúcar Mala, esas medidas equivaldrán a recibir una curita a cambio de la amputación de un miembro.


El límite

Ante el hecho de que las señales negativas del kirchnerismo son infinitamente más graves que los gestos positivos, la respuesta del palacio gubernamental es que el gobernador reaccionó muy bien: se le plantó a Jorge Capitanich y le dijo que si el Frente para la Victoria apoya la Ley Nacional de Quebranto Azucarero, los oficialistas tucumanos votarán contra el bloque. Lo que, dado el fanatismo "K", equivale a romper y armar otra bancada. Y advierten que aunque la mesa chica le habría sugerido temprano que fijara esa posición (con el ministro del Interior, Osvaldo Jaldo, como una de las voces más insistentes), el mandatario manejó sus propios tiempos: esperó que la discusión se instalara para plantear al jefe de Gabinete (también gobernador de provincia pobre) que había llegado a su límite. Todo es públicamente cierto. Pero la cuestión no es tan simple.


La ruptura

En primer lugar, pocas cosas son tan reveladoras del mal momento que el alperovichismo atraviesa en el kirchnerismo como la mismísima amenaza rupturista del gobernador con el propio oficialismo nacional. Hace tan sólo un año, era más admisible suponer que los cañaverales producirían uvas antes que imaginar, siquiera, que Alperovich amenazaría con darle portazos al cristinismo. O sea: para el Gobierno tucumano, el asunto es personal. Además, no es con Mendoza, sino con la Casa Rosada. Y la movida cuyana es mucho más seria que lo que aquí admiten: ayer reapareció el gobernador sanjuanino, José Luis Gioja, para decir (con esa habilidad "K" para no sonrojarse) que la Ley Anti-caña, en realidad, no afecta a nadie y que la industria azucarera no tiene por qué preocuparse. Agregó que no tiene problemas de sentarse a hablar con Alperovich, pero remarcó que este tipo de discusión debe darse en el recinto del Congreso de la Nación. Si quieren llorar, este es un buen momento para hacerlo...


La amenaza

En segundo lugar: Alperovich amenaza con lo que en verdad no sabe si tiene. De los seis diputados por Tucumán del Frente para Victoria, no contestaron cómo votarán eventualmente esa iniciativa los dos camporistas: Marcelo Santillán (hijo del histórico dirigente de la Fotia, Atilio Santillán: hoy se cumplen 38 años de su asesinato) y Mabel Carrizo (esposa del legislador Jesús Salim). Si hay mandato de bloque por instrucción presidencial, ¿votarán contra la Casa Rosada? Donde termina la amenaza del gobernador empieza la capacidad de daño kirchnerista: ¿y si es la Casa Rosada la que rompe el bloque alperovichista? ¿Quién tiene más que perder?


El empacho

La historia empacha de ironías al oficialismo local. Los votos de los diputados camporistas aún no confirmados se compensan con las bancas opositoras: gracias a que los tucumanos no le dieron más sufragios a los candidatos de Cristina, Tucumán tiene chances de evitar que los ingresos por el azúcar no se vayan a Cuyo como ingresos por el mosto. Como si no bastara, la todavía indefinida Carrizo es diputada gracias a la condición de candidatos testimoniales de Jaldo y, muy especialmente, de Juan Manzur: la camporista se postuló en tercer término y accedió a la Cámara Baja cuando el ministro de Salud nacional, cabeza de lista, ni siquiera se dignó en asumir. Para rematar: esta crisis sería traumática para Domingo Amaya si uno de sus referentes fuera diputado: ¿cuál sería el costo de darle la espalda a la Casa Rosada que lo cubre de los embates de la Casa de Gobierno? Pero el gobernador dejó al amayismo al margen de la lista de octubre. Con estrategas así, el alperovichismo no necesita antagonistas...


Lo dudoso

Tal vez, como apuestan diputados radicales y peronistas, la iniciativa no llegue al recinto. Aprobarla es casi imposible, se persigna Dato, porque una norma de contenido fiscal que inicia en la Cámara Baja demanda de mayoría absoluta, que el oficialismo en principio no tiene. Y llegado al supuesto de una sanción, la norma propuesta es de dudosa constitucionalidad. Al decir del maestro de constitucionalistas Germán Bidart Campos, se puede gravar a todos para beneficio de pocos (Incentivo Docente, financiado del impuesto a todos los que tuvieran auto); o se puede gravar a pocos para beneficio de todos (Impuesto a las Ganancias). Lo que no se puede es gravar a pocos para beneficiar a pocos. Pero aún así, que el kirchnerismo admitiera el amague representó un sismo que conmovió la estructura alperovichista. Quedaron grietas y fisuras. Y todos temblando.


Lo irreparable

Queda expuesto que el Gobierno nacional, ya sea para cobrarle facturas al alperovichismo por su infidelidad massista, o ya sea por la razón que fuere, está dispuesto a admitir un debate cuyo único resultado será una guerra de pobres. Eso y no otra cosa es subir impuestos en desmedro del NOA para financiar la baja de impuestos en beneficio de Cuyo.


El error

El oficialismo local quedó maltrecho. Pareciera que ahora a los costos de los errores del mandatario ya no sólo los pagará él, sino la provincia toda. Y eso no sólo se debe al desmesurado revanchismo "K", sino también a que los errores alperovichistas no son coyunturales, sino históricos: consisten en haber vivido políticamente arrodillado ante la Casa Rosada. La postración no es una política de Estado. Y un Gobierno que sólo ha sabido arrastrarse a los pies presidenciales, no puede esperar otra cosa más que terminar pisoteado.

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